"Lo oirán los mansos y se alegraran"
Dos ratoncitos caminaban tranquilamente por el bosque, sin percatarse que había un hoyo de más de dos metros al que cayeron abruptamente, uno de los ratones decía, tranquilo, yo se como salir de aquí, y trataba de escalar por el muro pero caía una y otra vez, de pronto un ratón amigo les grita desde arriba, ¡tranquilos amigos, yo los sacare, les tiraré una cuerda para subirlos¡; uno de los ratones se puso feliz al oír los gritos de su amigo, sin embargo el otro ratoncito insistía en que quería salir de allí por sus propios medios, decía que sabía muy bien lo que debía hacer.
David escribió que los mansos se alegrarían al oír la voz de Dios, es interesante que no todos se alegran cuando escuchan la palabra del Señor, solo los mansos; ¿quienes son los mansos?, para decirlo de una forma simple, son aquellos que reconocen su necesidad de Dios y se dejan guiar por él. Decimos que un caballo es manso, no porque ha perdido su fortaleza, sino porque acepta que otro le guíe, y pone toda su fuerza al servicio de otro.
Jesus le habló a un joven rico, pero éste al oír la voz del Señor se entristeció (Marcos 10/21), al igual que el ratoncito de nuestra fábula, él tenía sus propias ideas y soluciones, no estaba dispuesto a seguir y obedecer a otro.
La alegría es un fruto que solo crece en el corazón de los mansos, cada vez que escuchan la voz del Señor; por esta razón los mansos buscan oírle cada vez más, buscan su voz al leer su palabra o en lo secreto de su tiempo con Dios, y buscan su voz en cada reunión, porque su corazón se alegra al oírla, se llena de fuerzas y de fe para conquistar. Es una alegría que esta por encima de las circunstancias, es una alegría que permanece en el corazón e ilumina tu día.
No luches mas con el desanimo y la tristeza, escucha la voz de Dios y alégrate¡¡¡
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