"Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo"
(1 Pedro 5:6 RVR1960)
¿Cuál es el tiempo de Dios?, porque Moisés debió esperar 40 años y Abraham 25 años para que Dios les respondiera, ¿qué patrones rigen ese tiempo?, más allá de la soberana voluntad de Dios, pues el hace como el quiere y cuando él quiere, pienso que ese tiempo de espera tiene una razón fundamental; formar nuestro carácter.
Entendemos la exaltación como el tiempo en que él responde y realiza su propósito en nosotros, sin embargo Pedro habla de un proceso previo a la exaltación; la humillación.
¿Qué es la humillación?, nos conviene entenderlo, pues sólo al final de este proceso Dios te exalta, hablemos hoy acerca de esto:
La humillación es la muerte de nuestro "yo"
La verdad es que Dios nos ama tal como somos, pero no puede manifestarse en nuestras vidas hasta que nuestro yo muere, ¿qué es la muerte de nuestro yo?, veamos algunas de las respuestas.
1.- Es olvidarte de ti mismo. Jesús dijo: "...Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame". (San Lucas 9:23 DHH), otra versión dice "abandone su forma egoísta de vivir"; morir es olvidarte de ti, de tus necesidades y sueños; quitarte del centro del universo por seguir a Cristo, y abrazar las necesidades de Dios y el sueño de Dios para ti; que por cierto es mucho mayor al que tu puedas tener.
2.- Es morir a nuestra vieja naturaleza de pecado. La Biblia dice en Romanos 6/10 "Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro". Es interesante el consejo de la palabra de Dios, "considerarse muerto", un muerto no se aíra, no siente celo, temor, no tiene pensamientos incorrectos, etc. Simplemente esta muerto.
Spurgeon, el príncipe de los predicadores, solía decir "todos nosotros tenemos a nuestro peor enemigo dentro de nosotros", y es la vieja naturaleza o la naturaleza de pecado, esta querrá siempre inclinarte hacia el mal, cuando tu se lo permitas, por esta razón Pablo le dice a Timoteo "ten cuidado de ti mismo" (1 Timoteo 4/16).
A nuestra vieja naturaleza no debemos reprimirla, debemos matarla, y ¿cómo podemos matarla?, pues en la cruz de Cristo. En Galatas 5/24 dice "Los que son de Cristo han crucificado a la carne con sus deseos y pasiones". La vieja naturaleza sólo muere en la cruz.
3.- Es morir al orgullo. El orgullo es la sublimación del "yo", es considerarse más que otros, enaltecerse. El orgullo se manifiesta de muchas maneras en nuestras vidas, por ejemplo en el desprecio hacia las habilidades de otro, en la resistencia a cualquier autoridad, padres, profesores, jefes, etc, en la rebeldía hacia las normas y reglas, en el deseo de independencia, en la dificultad para obedecer. En la incapacidad para escuchar, en la obstinación de nuestras ideas, en la dificultad para reconocer nuestras faltas, o pedir ayuda, en el temor a equivocarte, etc., pero principalmente en no considerar a Dios en nuestras vidas.
Todos tenemos una cuota de orgullo de fábrica, El orgullo nos aleja de Dios, (Salmos 138/6), y debe ser quebrantado toda vez que queramos que Dios se glorifique en nuestras vidas.
La invitación hoy es a humillarnos bajo la poderosa mano de Dios, abandonando nuestro egoísmo, rindiendo nuestra vieja naturaleza y nuestro orgullo a los pies de la cruz. Dios jamás se saltará el tiempo de la humillación, él es paciente, si tiene que esperar un año u cuarenta lo hará, porque su principal deseo es darnos la forma que sostenga la exaltación, recién ahí llega el tiempo de Dios.
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