viernes, 22 de agosto de 2014

¿QUÉ HACES AQUÍ?

"El SEÑOR le dijo: —Sal y ponte de pie delante de mí, en la montaña. Mientras Elías estaba de pie allí, el SEÑOR pasó, y un viento fuerte e impetuoso azotó la montaña. La ráfaga fue tan tremenda que las rocas se aflojaron, pero el SEÑOR no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el SEÑOR no estaba en el terremoto. Pasado el terremoto hubo un incendio, pero el SEÑOR no estaba en el incendio. Y después del incendio hubo un suave susurro. Cuando Elías lo oyó, se cubrió la cara con su manto, salió y se paró a la entrada de la cueva. Entonces una voz le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías?
Entonces el S EÑOR le dijo: —Regresa por el mismo camino que viniste..."
(1 Reyes 19:11-13 y 15NTV).

Esa noche debía pasar a buscar a la mama a un pueblo llamado Ñipas a 50 kms de Chillan, era una noche oscura y con algo de niebla, nos habíamos propuesto estar allí como a las 4 de la madrugada y eran más de las 5 y no veía el anuncio del pueblo, entonces pregunte en un peaje y me dijeron que me había desviado, que estaba a casi 100 kms del lugar.
Que fácil es desviarse, no lo notas, sigues avanzando y crees que vas bien, cuando te das cuenta estás en otro lugar, no en el que debías estar.

Eso le paso a Elías, un profeta extraordinario, aunque venía de tremendas conquistas, pues había derrotado a los profetas de Baal haciendo descender fuego, había hecho llover, terminando con una larga sequía, y amenazado por Jezabel, la esposa del rey Acab, huye al Sinaí, donde se deprime profundamente y Dios lo confronta; en el versículo 9 Dios le dice ¿qué haces aquí? Y luego le repite la misma pregunta en el versículo 13. Permítame parafrasear esa pregunta: "No estas en el lugar que debías estar, te desviaste".

Ahora bien Dios no discute con el, tampoco lo reprende, sino que primero le hace dormir y comer, pero enseguida le hace dar tres pasos que le vuelven otra vez al propósito de donde se había desviado.

Ponte en pie delante de mi
Sólo cuando estas frente a Dios puedes ver tu corazón, puedes entender tus razones y motivaciones, Elías se argumentaba con "Sentir un vivo celo de Dios", pero él debía ver que había aceptado el temor en su vida, que había tomado decisiones equivocadas, sin consultar a Dios, etc,. El primer paso es estar frente a Dios y ver con claridad nuestro corazón.

Escucha el silbido 
Primero le hace sentir el viento impetuoso, luego el terremoto, y después un incendio, la frase que se repite aquí es "El Señor no estaba allí". Elías debía reconocer la presencia de Dios, este es el segundo paso. Aveces creemos que estuvimos con Dios porque la reunión estuvo increíble o Dios nos uso en un tiempo poderoso. La presencia de Dios está en la quietud, en el silbido apacible.

Regresa por el mismo camino
Cuando te desvías tienes que regresar al camino y recorrer la misma distancia que te desviaste. Esto representa un cambio de rumbo, una disposición a enmendar y volver a hacer lo que hacías antes, las primeras obras.

Nunca deja de asombrarme la ternura de Dios, siempre tendrá un silbido apacible para hacernos volver al propósito, es ese él callado del pastor de los pastores.
Si por alguna razón nos desviamos, ya sabemos como volver al centro del propósito de Dios.

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