"Oh SEÑOR, has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis pensamientos aun cuando me encuentro lejos. Me ves cuando viajo y cuando descanso en casa. Sabes todo lo que hago. Sabes lo que voy a decir incluso antes de que lo diga, SEÑOR. Vas delante y detrás de mí. Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza. Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!"
(Salmos 139:1-6 NTV)
Ayer reflexionamos acerca de dos cosas muy importantes acerca de los pensamientos, primero que soy lo que pienso, por tanto cuando Dios nos mira, lo que ve son nuestros pensamientos, David entendió esto, por esta razón decía "Sea grata la meditación de mi corazón delante de ti Señor" (Salmos 19/14). Y también ayer vimos que un pensamiento es un camino, por tanto cada pensamiento me conducirá a un destino particular, de ahí su importancia.
Hoy profundicemos un poco más acerca de los pensamientos.
Nuestra mente no para, produce miles de pensamientos cada día, sin embargo, esta gran cantidad de pensamientos sólo podrá tener tres posibles fuentes de origen, o vienen de nuestra propia mente, o provienen de Dios, o proceden del enemigo de nuestras almas.
Los pensamientos que gobiernan nuestra mente, gobernarán toda nuestra vida y determinarán el rumbo que tome mi vida, por esta razón nuestra mente se transforma en un verdadero campo de batalla.
Cuando los pensamientos de Dios abundan en nuestra mente, nuestra vida se transforma en el escenario que Dios necesita para desarrollar su propósito en nuestras vidas, pero cuando permitimos que los pensamientos del enemigo tomen lugar en nuestro corazón, estamos deteniendo ese propósito de Dios, estamos afectando negativamente nuestro carácter, y estamos tomando un camino que nos llevará a lugares secos.
De ahí la importancia de revisar nuestros pensamientos constantemente, pues tienen un gran poder sobre nuestras vidas.
He podido notar que una estrategia del enemigo es infiltrar pensamientos en nuestra mente, con pensamientos de mentira, pero los envuelve en un manto de verdad, para que los podamos aceptar, entonces esas mentiras disfrazadas de verdad, o esos caminos comienzan a conducirnos, sin darnos cuenta, lejos de Dios o de su voluntad.
Esos pensamientos son tan sutiles, a veces respaldados con algo de lógica, otras veces con una distorsión de la palabra de Dios. De verdad necesitan ser expuestos a mucha luz para poder identificarlos y la única luz eficaz para esto es la palabra de Dos.
Para poner un ejemplo de esto recordemos a Saúl, él estaba en el frente de batalla, con su ejército preparado, pero el profeta Samuel no llegaba, entonces pensó "y si hago yo el sacrificio; así animaría al pueblo para el combate y Dios se agradaría porque sería una ofrenda para él y tendremos victoria y toda la nación se alegrará"; ¡que pensamiento más noble!, cargado de buenas intenciones, hasta parece ser muy devoto, pues en ese tiempo los sacrificios eran una expresión de adoración a Dios. Sin embargo era un pensamiento de error, su fuente era el enemigo, y el fin de este camino era la exclusión de Saúl del reinado.
Sólo por nombrar algunos de estos pensamientos modernos de mentiras disfrazadas de verdad: "No puedo controlar lo que pienso, sólo vienen a mi mente"; "Pronto me comprometeré con Dios, cuando llegue mi hora"; "Yo amo al Señor, pero también tengo una vida personal". Etc, etc, etc.
Sí nuestro deseo es agradar a Dios, debe haber verdad en todo lo que pensamos, y la única verdad absoluta es la palabra de Dios, Jesús dijo "Santificalos en tu verdad, Tu palabra es verdad" (Juan 17/17). Que hoy nuestros pensamientos sean expuestos ante esa luz, pues no basta con que sean nobles, o que parezcan agradar a Dios; deben venir de la única fuente confiable de vida y de paz, Jesús.
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