sábado, 22 de noviembre de 2014

NO TE DETENGAS

"Jesús se fue de allí a su propia tierra, y sus discípulos fueron con él. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. Y muchos oyeron a Jesús, y se preguntaron admirados: —¿Dónde aprendió éste tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? Y no tenían fe en él. Pero Jesús les dijo: —En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa. No pudo hacer allí ningún milagro, aparte de poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en él. Jesús recorría las aldeas cercanas, enseñando"
(San Marcos 6:1-6 DHH)

Podríamos decir que este fue como un pequeño traspié en el ministerio del Señor. Jesus fue a su ciudad, a Nazaret, para estar con su gente; que emocionante volver a casa, a ver a las personas con las que había crecido, pero recibe el desaire de sus más cercanos, tal vez el haber conocido su origen o haberlo visto vivir entre ellos, les impedía creer en él, lo cierto es que su incredulidad se volvió un obstáculo  para que el Señor se manifestará gloriosamente.
Hay dos cosas acá sobre las que quiero meditar hoy.

Primero es el rechazo que vivió Jesus. Donde quieras leer en la Biblia acerca de la vida y ministerio del Señor, lo encontraras rodeado de gente, multitudes le seguían, jornadas verdaderamente maratonicas de sanidades y salvación, pero ahora frente a un escenario conocido, con personas que el amaba, es despreciado; parece ser que el "chaqueteo" no es exclusivo de nuestra cultura, sino del hombre. 
Ser rechazado marca a una persona, y afecta su labor, pero lo que me llama la atención fue la reacción de Jesus, él no se dejo herir, su misión era mas grande que cualquier ego personalista, estaba enfocado únicamente en extender el Reino de Dios y no había tiempo para sentarse a llorar porque lo habían menospreciado.
Tampoco dice que se defendió, o les devolvió su rechazo con una frase igual de dura, ni siquiera trato de convencerlos de que él si era el mesías, sino que les dice "bueno, supongo que nadie es apreciado en su casa", ¡¡que grandeza!!.
El versículo 6 nos dice cual fue la reacción de Jesus ante ese rechazo, "siguió predicando en las aldeas vecinas", simplemente no se detuvo, no bajo su ritmo, no había cumplido una meta, ganar Nazaret, pero de inmediato tenía nuevos desafíos, el rechazo no lo estancó, su visión estaba demasiado clara.

Luego el asombro de Jesus. Cuando el Señor vio la incredulidad se asombró de que no creyeran en el, pero ¿porque se asombró Jesus?, podemos mencionar unas cuantas razones, primero porque lo conocían, sabían de su nacimiento milagroso, de su testimonio, la integridad con la que había vivido entre ellos, luego conocían su fama en toda la nación, sabían que ningún profeta había realizado las obras que el hacia, también porque escucharon la palabra de Dios de su propia boca, palabras de fuego que traspasaba sus corazones. Pero a mi me parece que el asombro de Jesus tenía que ver un poco mas con lo que él veía en sus corazones, porque detrás de esa incredulidad, estaba la soberbia de no querer rendirse a Jesus, el orgullo de creer que ellos ya sabían la palabra y no necesitaban más, detrás de esa incredulidad estaba la necedad de no querer soltar sus vidas de pecado, y el apego irrestricto a su costumbre religiosa, Jesus se asombró al ver como estos argumentos eran tan, pero tan grande, que aún teniendo en frente de ellos al autor de la vida y de todo lo que existe, persistieron en sus razonamientos. Y de verdad que esto sigue asombrando.

Jesus es nuestro ejemplo, nuestro blanco perfecto, y aquí una vez más nos enseña sin palabras, su actitud frente a este inconveniente nos dice una cosa ¡No te detengas¡

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