lunes, 3 de noviembre de 2014

VAMOS POR LA CORONA ¡¡¡

"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida"
(2 Timoteo 4:7-8 RVR1960)

En el ocaso de su vida, Pablo se despide con estas palabras, dando cuenta de lo que ha sido su servicio para Dios y habla de tres aspectos fundamentales que definieron su vida, y dos mil años más tarde su obra trasciende y reconocemos a Pablo por estas tres características:

Pelear la buena batalla.
Pablo veía la vida cristiana como una constante lucha, él entendía que había una guerra espiritual, que habían poderes oscuros que se levantaban para oponerse a lo que él estaba construyendo, y aun para destruir su propia vida, pero la califica como una "buena batalla", y una batalla es buena primero cuando la ganas, y Pablo se sentía dueño de la victoria a través de la victoria de Jesus en la cruz, él se apropió de la victoria de Cristo, la hizo suya y aun cuando atravesaba situaciones adversas se sentía en plena victoria, en 1 Corintios 15/57 Pablo escribió: "Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo". 
También una batalla es buena cuando usas las armas correctas. Pablo descubrió las armas espirituales y se adiestró en su uso, siendo el ministerio más efectivo de todos los tiempos, en 2 Corintios 10/4 Pablo escribió: "Porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas"; y en Efesios capítulo 6 nos enseña a vestirnos la armadura espiritual para defendernos de los ataques del enemigo pero también para atacar y avanzar. Esta batalla es buena porque tenemos las armas infalibles de la oración, la sangre de Cristo, y el poder del nombre del Señor Jesus.
Y por ultimo una batalla es buena cuando tienes una buena estrategia. Cuando Chile enfrentó a Perú y Bolivia les llevó a pelear al desierto, pero previamente el ejército chileno había enterrado en lugares estratégicos pertrechos, agua y alimentos  para resistir en el combate, los enemigos pronto comenzaron a sucumbir y Chile se alzó  con la victoria, tal vez no tenía un mejor ejército, pero tenía la mejor estrategia. Toda estrategia para conquistar viene de la presencia de Dios y de su palabra, Pablo aprendió el poder de escuchar la voz de Dios su hacer su voluntad.

Correr la carrera.
Es conocida la afición de Pablo por los deportes y ahora compara su vida en Dios con una carrera, y esto pude entenderlo un poco mejor porque hace unos días corrí mi primera carrera, y veo lo siguiente:
Correr una carrera demanda preparación, debes entrenar previamente, conocer el circuito de la carrera, alimentarte de una forma especial el día previo a la carrera y también el mismo día debes comer determinados alimentos, debes calentar los músculos media hora antes, si no te preparas para correr, lo más probable es que no llegues a la meta. Así también para correr en Dios debemos prepararnos, prepararnos espiritualmente buscando mucho de Dios, alimentando nuestro corazón con el alimento perfecto que es la palabra de Dios, y prepararnos con disciplinas espirituales. La vida y el servicio cristiano es una carrera de largo aliento, requiere preparación constante, no queremos ver competidores a la orilla del camino porque no se prepararon.
Correr una carrera demanda hidratarse bien, pierdes mucho liquido cuando corres y debes beber abundante agua antes, durante y después de la carrera. El Señor Jesus dijo "Si alguno tiene sed, venga a mi y beba" (Juan 7/37), el agua que sacia nuestra sed espiritual es Cristo, solo su presencia hidrata nuestro corazón, si quieres correr en Dios deberás beber constantemente de su presencia.
Correr una carrera demanda concentración, si te distraes o pierdes el ritmo de tu respiración, te cansarás y pronto querrás parar. Así también en nuestra carrera con Dios, tendrás que mantener tu corazón concentrado en la carrera, no permitir que nada te altere el ritmo y avanzar sin mirar atrás.

Guardar la fe.
Por último Pablo dice que ha guardado la fe, y esto no es lo que muchos han querido interpretar escondiendo su fe, de modo que nadie sepa que son cristianos. Guardar la fe nos habla de la  defensa de la fe de los constantes ataques del enemigo, pues todo lo que el adversario necesita para destruirnos es robar nuestra fe, por esto siempre intentará debilitarnos en la fe, a través de las circunstancias adversas querrá desanimarnos, y apagar nuestra fe, guardar la fe significa protegerla y mantener un corazón firme en la fe.
Guardar la fe también es alimentarla cada día con sueños, visiones y nuevos rhemas de Dios, recordar cada promesa de Dios para nosotros, enfocarnos en lo que Dios hará en nuestras vidas y declarar constantemente ese proyecto de Dios para nosotros.
Guardar nuestra fe en mantenernos en obediencia a su palabra, llamado y autoridades,  pues la obediencia mantendrá viva nuestra esperanza y su presencia arderá continuamente en nuestro corazón.

Tres detalles que aseguraban a Pablo su corona, pelear la buena batalla, correr la carrera y guardar la fe, él entendía que todo esto tenía un Gran Premio de Dios, pues hoy nosotros vamos por nuestra corona¡¡¡

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