domingo, 7 de septiembre de 2014

ALÉGRATE CONMIGO

»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No encenderá una lámpara y barrerá toda la casa y buscará con cuidado hasta que la encuentre? Y, cuando la encuentre, llamará a sus amigos y vecinos y les dirá: “¡Alégrense conmigo porque encontré mi moneda perdida!”. De la misma manera, hay alegría en presencia de los ángeles de Dios cuando un solo pecador se arrepiente». 
(Lucas 15:8-10 NTV)

¿Has sentido alguna vez la alegría de encontrar algo que se te había perdido?, Jesús hizo esta comparación para expresar la alegría que hay en el cielo cuando una persona se vuelve a él.
Ayer vi venir muchas personas a a los pies de Jesús, y les puedo decir que no existe una alegría más grande en la vida, es un gozo supremo y Dios quiere compartirlo con nosotros.

Una moneda de plata.
Jesús quiso ilustrar lo valioso para Dios que es una persona, aunque la sociedad la deseche, aunque los golpes de la vida hayan destruido su corazón y sus sueños, incluso aunque para si imismo le parezca sin valor. Una persona tiene el valor que Dios puso en cada uno, su aliento, su espíritu de vida, todo el potencial para realizar el propósito de Dios en la tierra, pero también el valor que tiene un hijo para un padre. 
Si encuentras cien pesos no te provoca nada, pero si es un diamante gritarías de alegría. La alegría viene del valor de lo encontrado.

Enciende la lámpara 
Jesús dijo que si tu entiendes el valor de una persona "encenderás la lámpara" y harás todo lo posible por encontrarla. Y esto habla de nuestro esfuerzo por rescatar a los perdidos, de verdad, todo lo que puedas hacer vale la pena para rescatar a una sola persona.
Encender la lámpara también me habla de ser luz, de hablarles con nuestra forma de vivir, de orar e interceder por ellos, para llevarles de la oscuridad a la luz.

Alégrate conmigo
Dios quiere hacernos participe de la fiesta que hay en el cielo cuando un pecador se arrepiente, es como que Dios nos dijera "Ven a mi fiesta", esto es realmente especial, la generosidad de Dios no tiene límite.
Hay muchas alegrías lindas en la vida, pero la alegría que Dios nos comparte cuando una persona se vuelve a él no tiene comparación, como dijo un gran predicador del siglo pasado, aunque no me interesarán las personas, predicaría sólo por la alegría de verles venir a Cristo.

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