sábado, 13 de septiembre de 2014

UN VASO NUEVO

"Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el Señor — porque te han llamado la Desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa.” 
(Jeremías 30:17 NVI).

Aunque creamos ser muy fuertes y estar en control de nuestras vidas, lo cierto es que no es tan así, Dios nos compara con un vaso frágil (1 Pedro 3/7), alguien dirá, "Si, pero así se refiere a la mujer", pues no, a la mujer le llama "vaso más frágil" y el hombre por tanto, es el vaso frágil.
Si a usted se le ha quebrado un vaso entenderá lo frágil que podemos ser, nuestro corazón se rompe fácilmente; los golpes de la vida, desprecios, rechazos, traiciones, errores del pasado, pecados, etc, etc,. Lo triste es que muchas veces tratamos de construir nuestras vidas, sin saber que nuestros vasos o corazones están rotos, y necesitan urgente ser restaurados.

Cuándo se rompe un vaso, lo desechas, ya no sirve más y repararlo es imposible, nadie jamás ha intentado reparar un vaso, nadie excepto Dios, él prometio "restaurar" nuestras vidas, es decir volver al estado original, antes de romperse.
La promesa de restaurar nuestras vidas es un milagro, técnicamente imposible, pero Dios toma todos nuestros pedazos rotos, y hace un nuevo vaso, un vaso de honra y un vaso útil y hermoso.
Antes de decirle como hacerlo, debe saber que su vaso esta roto, aunque usted no lo pueda ver, incluso aunque usted no lo quiera reconocer; necesitas ser restaurado por Dios, él es el único que puede realizar este milagro. Mire, existen dos reacciones ante un "vaso roto", primero desecharlo, muchos toman este camino, se desprecian a sí mismos, se rinden creyendo que ya no hay posibilidades para ellos. Y la otra reacción es negarlo, cerrar los ojos y no verlo o auto convencernos que no es tan así, que podemos seguir adelante, etc. Con todo, el vaso esta roto y Dios no quiere parcharlo, él quiere restaurarlo, es decir, como si nunca se hubiese roto.

Ahora si, ¿cómo hacer para que Dios nos restaure?, primero debes creer, y creer es escuchar atentamente su voz y obedecerle, luego necesitas abrir tu corazón, e invitarlo a tu vida, Dios no restaura desde afuera, sólo lo hace desde el fondo de tu corazón, después necesitas pedirle perdón, reconocer tus faltas con sinceridad delante de él, esto es arrepentirse y buscar su favor, y por último pídele que restaure tu vida, sólo dile "restaurame", aquí esta mi vida, la rindo ante ti, y te aseguro, enseguida tendrás un vaso nuevo.

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