lunes, 1 de septiembre de 2014

PERMANECER Y PERMANECER

"Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer"
(S.Juan 15:4-5 RVR1960).

Crecí en un patio grande, y mis padres plantaron una parra de uvas blanca, rosada y negra, eran muy ricas, y aunque trataba de subirme por el tronco y las ramas, nunca lo lograba porque se doblaba o quebraba fácilmente, así que elegía otros árboles para eso, y en mi mente de niño entendí que la parra sólo servía para dar fruto y no para jugar.

Al leer la palabra de la Vid, creo que comprendemos un poco lo que Jesús esta diciéndonos, El es la vid, de donde fluye la sabia que alimenta nuestra vida para dar fruto, él es la única fuente de vida; nosotros somos los pámpanos que necesitan estar conectados a la vid y el padre es el labrador, quien poda la vid para que de más fruto, y hay grandes enseñanzas en cada una de estas ilustraciones.

Sin embargo hay algo que me llamo la atención en los versículos que leímos al comienzo, y es que condiciona el fruto a dos permanencias; dice primero "permaneced en mi", pero luego dice: "Y yo en vosotros", y repite dos veces esta expresión, y estas dos permanencias son claves para dar fruto, y hoy vamos a meditar en ellas.

Permanecer en Dios
La palabra "permanecer" en el hebreo es "quedarse indefinidamente", para nuestra cultura esto no es muy aceptado, pues nada es para siempre, la "cultura de lo desechable" ha permeado aún nuestras relaciones, y lo que es peor, nuestra relación con Dios. 
¿Qué es permanecer en Dios?, pongámoselo en forma práctica porque recuerde que solamente el fruto dice si estás en la vid y si has permanecido o no.
Permanecer en Dios es oír sus enseñanzas y obedecerlas, que las palabras que el Señor nos ha dado cambien nuestro corazón, transformen nuestra vida y nos lleven al propósito de Dios.
Permanecer en Dios es dejarse enseñar, renunciar a  nuestras antiguas creencias, ideas y formas de vida y permitir que el maestro forme nuestro carácter.
Permanecer en Dios es buscarlo constantemente, es tener comunión con él, a través de la oración, la adoración y la comunión con los demás creyentes.
Permanecer en Dios es atender al llamado que Dios nos ha hecho y hacer su voluntad.

Que Dios permanezca en nosotros.
Esto fue lo que me impresionó, porque siempre que leí esta palabra sólo reparé en que nosotros debíamos permanecer en él, pero ¿porqué dice que también él debe permanecer en nosotros?, y en esto reflexione hoy.
Dios permanece en nosotros cuando le agrada tu habitación. ¿Cuándo vas a un lugar que te agrada y te atienden quieres irte?, pues no, vea, la Biblia dice que nuestro corazón es templo o la casa del Señor (1 Corintios 3/16), y si la casa no está en orden, o hay divisiones, afanes, otros intereses, o esta sucia, etc, ¿querrá permanecer?
Dios permanece en nosotros cuando es un lugar de adoración. La Biblia dice que Dios habita el la alabanza de su pueblo (Salmos 22/3), y también dice que Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad (Juan 4/23), es un corazón lleno de gratitud y adoración lo que hace que Dios habite en medio nuestro.
Dios permanece en nosotros cuando le buscamos con intensidad, la Biblia dice "Me halla el que temprano me busca" (Proverbios 8/17), Dios permanece donde ve ese interés, ese anhelo por su presencia, nadie se queda donde lo ignoran, es nuestra hambre de Dios la que atrae su presencia.

El fruto es una consecuencia, no es un fin en sí mismo, y sólo el fruto dice si se cumple esta doblé permanencia. Jesús dijo "Si ustedes permanecen en mi y yo permanezco en ustedes, darán mucho fruto"(inevitablemente), se que anhelamos el fruto, pero hoy debemos preguntarnos dos cosas ¿he permanecido en ti? Y luego ¿has permanecido en mi?.

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