lunes, 27 de octubre de 2014

SI QUIERO ¡¡¡

"Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio" 
(S. Marcos 1:40-42 RVR1960)

Cada milagro que hizo Jesus fue especial y tienen una gran enseñanza para nosotros; y este no fue un leproso mas en la larga lista de enfermos que fueron sanados por el Señor, pues su historia se transforma en un referente para nosotros.
En tiempos Bíblicos, la lepra era considerada una maldicion, un castigo de Dios a causa del pecado, un leproso era considerado inmundo y debía ser aislado, vivir a las afuera de la ciudad, con ropas que distinguieran su condición, y si por casualidad una persona sana se acercaba a ellos, debían gritar "Soy inmundo" muy fuerte.
Isaias capítulo uno dice que Dios ve nuestras vidas como una "podrida yaga", el pecado es una verdadera lepra espiritual, que destruye lentamente hasta llevar a la muerte, el pecado destruye tu vida y te aparta del propósito de Dios y de su presencia.

Este leproso hizo algo que jamás debió hacer "vino a Jesus", a pesar de su condición y de la prohibición que tenía de hacerlo; vino y estuvo dispuesto a desafiar el establishment, en esta osada acción reveló su necesidad de Jesus, su fe en él y su deseo que cambiar su situación, todos estos, ingredientes fundamentales para que Dios quite tu "lepra".

Este leproso le rogó al Señor por su sanidad, la Biblia no da el detalle de que palabras usó y cuanto tiempo estuvo clamando, pero sabemos lo expresiva y comprometida que eran las súplicas para los Judíos, lo que si sabemos es que rogó lo suficiente como para recibir su milagro. Un buen padre como el Señor, jamás pasará por alto las súplicas de sus hijos, el camino hacia nuestro milagro sigue siendo el mismo, rogar hasta recibirlo.
El leproso inclinó la rodilla, no habla de las dos rodillas, sino de una sola, imagino su posición como la reverencia que se le hacia ante un rey, creo que en esta acción el leproso estaba reconociendo la soberanía, autoridad y poder del Señor y estaba rindiéndose ante él. Esta siempre será la posición correcta para nosotros, la Biblia dice que jamás Dios despreciará a un corazón contrito y humillado; la lepra no aleja al Señor de nuestras vidas, lo hace la soberbia.
Las palabras del leproso "si quieres puedes limpiarme", confirman esta tesis, pues no dice "si puedes", dice "si quieres", dando a entender que tenía el poder de hacerlo, solo requería querer hacerlo. En esta expresión reconoce su autoridad y dominio sobre la naturaleza, se inclinaba ante un rey que tiene el poder de cambiar cualquier situación. 

Jesus le tocó, y esto puede parecernos normal, pero Jesus estaba transgrediendo una ley, Levíticos capítulo 13 establecía que no se podían tocar a los leprosos por el riesgo de contagio, sin embargo Jesus es el Señor de la ley e hizo la ley para el hombre y no el hombre para la ley. Al tocarlo Jesus estaba estableciendo un vínculo con él, un contacto, le estaba diciendo que era importante para él, imagine cuanto tiempo hacia que alguien le diera una muestra de amor a este leproso, pero Jesus hizo la diferencia. Al tocarlo le estaba devolviendo su dignidad, por mucho tiempo viéndose inmundo, todos lo reconocían así, pero Jesus lo toca, y entonces el se sintió limpio, se vio diferente, no solo sano su cuerpo de la lepra, también sano su corazón y su autoestima. 

La respuesta de Jesus fue una muestra del deseo de Dios para nosotros: "Quiero, se limpio", Dios quiere quitar esa lepra, no importa lo imposible que parezca, o lo estigmatizado que puedas estar, esa expresión debe sonar bien fuerte dentro de nuestro corazón. Cuando Jesus dice ese "SI quiero", todo el universo se mueve para cumplir su voluntad, es la palabra de un Dios todopoderoso que se inclina para tocarnos y que da su orden soberana para bendecirnos. hoy debemos tener la certeza, que Dios no solo puede intervenir en nuestra historia, sino que quiere hacerlo; sólo requiere hombres y mujeres vengan a el desafiando toda limitación o impedimento, que no se cansen de clamar hasta ver su respuesta, que mantengan su corazón humillado reconociendo su grandeza, esperando ese toque de Dios.

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