miércoles, 1 de octubre de 2014

LA OVEJA PERDIDA

¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. (S. Lucas 15:4-6 RVR1960)

Esta historia fue de las primeras que conocí de la Biblia cuando era niño, gracias a una canción; quien cantaba tenia un tono algo lírico y un acento de nostalgia  y yo pensaba que la canción era triste porque había dejado solas a las noventa y nueve ovejas en el aprisco jajajaja. Y la verdad es que la historia es alegre y llena de esperanza.
Algo que no deja de asombrarme nunca es la sencillez y claridad con la que Jesus podía explicar cuestiones tan complejas, de alta teología aveces, principios eternos, en tres frases y sanjaba cualquier discusión o duda.
Hoy vamos a encontrar estas verdades eternas y van a inspirar nuestras vidas.

La mirada crítica 
Lo que dio origen a esta parábola, fue la crítica de los religiosos y legalistas, que les molestaba que el Señor se asociara con los pecadores, tal vez porque al verle con ellos, sus propios corazones eran redarguidos de su dureza e indiferencia, y también por cierto, porque la religiosidad no admite salidas de libreto, exige el respeto irrestricto a la tradición.
¿Cómo enfrentó Jesus  la crítica?, Jesus no se hirió pensando "Así es como le pagan a uno, o yo solo quería  ayudar, etc etc"; tampoco se defendió explicándoles porque lo hacia así, para satisfacer sus demandas, ni les devuelve la mano con acusaciones y juicios, sino que simplemente les enseña la esencia de la palabra, pues ellos conocían la letra, pero no el Espiritual que las movía.
Veo en la respuesta de Jesus la convicción de su llamado, el estaba tan seguro de quien era y que es lo que hacia, que nada podía moverlo de allí, la resistencia intentaba desanimarlo, pero Jesus estaba concentrado en cumplir su propósito.

Jesus les daba a conocer el corazón del padre.
La oveja perdida representa ese hijo rebelde, podemos hacer un símil entre esta parábola y el hijo prodigo, pues es la misma figura, es el hijo que conoció el calor del hogar, recibió la enseñanza y formación del brazo de su padre, pero decidió dejar el rebaño y buscar camino entre las montañas. La oveja perdida es el hijo rebelde que rechaza al Señor, su palabra y llamado. Ante esta respuesta de la oveja, el corazón religioso se llena de rencor, no acepta tal desaire, pues lo ve como algo personal y pierde el real sentido la situación. Pero el corazón del Dios no es como el nuestro, el sigue amando por encima de nuestros errores, sigue siendo fiel a pesar de nuestras traiciones, y sigue esperando esa oveja perdida, por eso el legalista no podía entender esto, porque el amor no se entiende.
También veo en la respuesta de Jesus el respeto y misericordia por los religiosos, un Dios que no hace diferencia entre una oveja perdida y rebelde, un religioso duro y pesimista y cualquier otra oveja de las noventa y nueve, veo un Dios con brazos abiertos, que espera por todos.

Jesus les ensebaba el valor de una oveja.
El valor de una oveja no esta en lo rebelde u obediente que pueda ser, ni en las virtudes que tenga, su valor esta en que simplemente es oveja; eso le da todo el valor para Dios, por eso dejo las noventa y nueve, dejó su trono y vino a caminar entre montañas, para encontrarnos.
He visto obras de artes carísimas, y uno ve el material y la forma y piensa ¿que las hace tan caras?, y descubre que el valor esta en el artista que lo hizo, pueden ser unos trazos que ni entiendes, pero si lo hizo Picasso valdrá  una fortuna. Ese es el valor de una oveja, que lleva consigo la firma de su creador, tu y yo somos un "Señor" y eso es millones de veces más que un "Picasso" o un "Renau"; de hecho nos hace tener un valor incalculable, no hay tesoro en esta tierra que pueda pagar el valor de una sola oveja.
Ahora podemos entender la alegría de ese pastor que encontró la oveja que le faltaba, no solo porque la amaba, sino porque entendía su valor.

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