jueves, 31 de julio de 2014

DEL DOLOR AL ÉXITO

"Había un hombre llamado Jabes, quien fue más honorable que cualquiera de sus hermanos. Su madre le puso por nombre Jabes porque su nacimiento le causó mucho dolor. Él fue quien oró al Dios de Israel diciendo: «¡Ay, si tú me bendijeras y extendieras mi territorio! ¡Te ruego que estés conmigo en todo lo que haga, y líbrame de toda dificultad que me cause dolor!»; y Dios le concedió lo que pidió".
(‭1 Crónicas‬ ‭4‬:‭9-10‬ NTV).

Cuando conocí la historia de Nick Vujicic quede asombrado, debido a una enfermedad congénita llamada agenecia nació sin brazos ni piernas, sus padres estaban destrozados. Al  crecer fue objeto de discriminación y burlas, a los 8 años estaba con depresión, intentó quitarse la vida dos veces; sin embargo no permitió que su vida quedara atrapada en ese gran dolor, tuvo un encuentro personal con Dios y aceptó su propósito, hoy viaja por todo el mundo dando charlas motivacionales a miles de personas.

Jabes aparare en la Biblia sólo en estos dos versículos, sabemos de él que su vida fue marcada por el dolor desde su nacimiento, lo interesante fue que hizo Jabes con ese dolor, pues creo que todos en determinados momentos de nuestras vidas hemos sido tocados por el dolor, lo que hace la diferencia es si yo acepto que ese dolor me hunda o lo usamos como trampolín para desarrollar el potencial que Dios puso en nuestras vidas.

Tal vez el dolor no era nuestro enemigo como siempre creímos, sí Dios lo permite no es para dañarnos, es porque a través de ese dolor podemos aprender las lecciones más grandes de nuestras vidas.

El dolor te dice quien eres. Nunca uno es tan consciente de lo vulnerable y frágil que es hasta que enfrenta esas crisis, el dolor te dice que tus fuerzas, tus recursos no alcanzan, muchas veces el dolor te pone en la perspectiva correcta,  pues rompe nuestra autosuficiencia y nos proporciona esa cuota de humildad que atrae la misericordia de Dios.

El dolor te enseña a orar. Cuando Jabes oro, estoy seguro que no le importó como sonaban sus palabras, o si lo estaba haciendo mal o bien, o que decía la gente que lo veía y escuchaba, sólo le preocupó que Dios lo oyera, porque era una oración sincera y  profunda.
El dolor rompe nuestro escudo, entonces nuestra oración sale directo de nuestro corazón, no de nuestra razón, son palabras del alma y Dios las recibe al instante.

Dios escucho a Jabes y le concedió todo lo que le pidió, ese dolor llego a ser un viejo recuerdo. Se que a Dios le agrada hacer esto, quitar las marcas de esas heridas, aplacar el fracaso con una respuesta gloriosa, transformarte en una causa de bendición para otros, etc., Lo que movió la mano de Dios a favor de Jabes no fue el dolor de este, fue su actitud y su fe.
Jabes pudo aceptar su dolor, o como muchos dicen hoy "aprender a vivir con el", sin embargo el tomó la determinación correcta, creyó que Dios podía cambiar su situación, su oración refleja su confianza y su anhelo de cambiar el dolor por éxito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario