sábado, 26 de julio de 2014

SED DE DIOS

"Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas, así te anhelo a ti, oh Dios. Tengo sed de Dios, del Dios viviente. ¿Cuándo podré ir para estar delante de él? Día y noche sólo me alimento de lágrimas, mientras que mis enemigos se burlan continuamente de mí diciendo: «¿Dónde está ese Dios tuyo?».
(‭Salmos‬ ‭42‬:‭1-3‬ NTV).

Hace algún tiempo vi un programa de televisión en el que un hombre naufragó, llevaba varios días en un rústico bote de madera, su sed era tan grande que su lengua se pegaba al paladar, de pronto no resistió más y se echó a beber agua de mar, esto lejos de aliviarlo, empeoró su situación, la sal hacía que se deshidratara más rápidamente, mientras dañaba su organismo; finalmente fue rescatado.
Puedes resistir semanas sin comer, pero no muchos días sin beber agua, la sed desespera, así se sentía David cuando escribió el salmo 42, compara su desesperación al bramido de un ciervo.

Hoy quisiera reflexionar acerca de esta experiencia de David

Tengo sed de Dios.
Cuando David escribió este salmo estaba huyendo de Absalon su hijo, que había usurpado el trono, estaba en las montañas, lejos del tabernáculo, donde solía adorar a Dios, para David su intimidad con Dios era como el agua que sustentaba su vida, sentía literalmente sed de Dios.
Sentirse lejos de ese lugar especial afligía su alma, David sabía que era consecuencia de su falta, pero moría de sed lejos del altar.
Hoy tiene que venir ese anhelo de Dios, que nuestra alma clame por él, se con certeza que el cielo recibe ese grito de angustia y de sed y que en su misericordia te hace volver al tabernáculo.

¿Cuándo podré presentarme delante de él?
Aquí David experimenta la incertidumbre, aún no sabía sí volvería a llegar ese día, esto añadía más desesperación a su sed.
Hoy puedo entender lo que motivaba estas palabras, era el no saber sí Dios lo aceptaría otra vez como su íntimo amigo, ya no esta hablando de volver a Jerusalén, al tabernáculo; esta hablando de volver a Dios. El tenía una relación tan exquisita con el Señor y en ese instante sentía que se había roto, estaba lejos, lejos de Dios. No existe mayor agonía.

El dolor de la sed y la aflicción de estar lejos de Dios le llevó a llorar profundamente, "me alimento de lágrimas" exclamó. Las lágrimas dicen lo que las palabras no pueden decir, pues no existen palabras para expresar tal desolación, Afortunadamente Dios entiende ese lenguaje, el lenguaje del quebranto y arrepentimiento y cubrió a su hijo con su manto de misericordia.

Tal vez hoy estés lejos de Dios y muchas de las aflicciones internas que sientes no son estrés ni depresión, es sed, sed de Dios. Sólo clama como el ciervo por las aguas y él saciara toda tu sed.

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